domingo, 28 de octubre de 2018

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Tumores Óseos

Los tumores óseos se deben al crecimiento de células anormales en los huesos.
Los tumores óseos pueden ser no cancerosos o cancerosos. Un tumor canceroso puede extenderse a otras zonas del organismo. Además, los tumores óseos pueden ser primarios o metastásicos. Los tumores primarios se originan en el propio hueso y pueden ser no cancerosos o cancerosos. Los tumores metastásicos son tumores cancerosos que tienen su origen en otra parte del organismo (por ejemplo, en la mama o en la próstata) y después se extienden al hueso. En los niños, la mayoría de los tumores óseos cancerosos son primarios. En los adultos, la mayoría de los tumores óseos cancerosos son metastásicos. En general, los tumores óseos no cancerosos son relativamente frecuentes, pero los tumores óseos primarios cancerosos son poco frecuentes: afectan a unas 2500 personas cada año en Estados Unidos. Esta cifra excluye el mieloma múltiple, un cáncer que afecta principalmente a la médula ósea dentro del hueso en lugar de tejido óseo duro.

Síntomas

A veces una persona tiene un bulto indoloro en un hueso que, con el tiempo, se vuelve doloroso, pero el primer síntoma suele ser el dolor óseo. El dolor puede ser intenso (algo similar al dolor de muelas), puede ocurrir en reposo o por la noche y tiende a empeorar progresivamente. En ocasiones un tumor, sobre todo si es canceroso, debilita un hueso, provocando que se fracture con poco o ningún esfuerzo (fractura patológica).

Diagnóstico

Una articulación o una extremidad que presenten un dolor persistente deben ser radiografiadas. Sin embargo, las radiografías tienden a mostrar solamente que hay una alteración que sugiere un crecimiento atípico o que hay una cavidad en el hueso, y con frecuencia no indican si un tumor es no canceroso o canceroso. Sin embargo, algunos tumores pueden identificarse como benignos mediante una radiografía. Por ejemplo, esta identificación es posible con frecuencia en la enfermedad ósea de Paget, los encondromas, los quistes óseos, los fibromas no osificantes (proliferaciones fibrosas sin tejido óseo) y la displasia fibrosa. Si una radiografía no es concluyente, la tomografía computarizada (TC) y la resonancia magnética nuclear (RMN) ayudan a menudo a determinar la localización exacta y el tamaño del tumor y dan información adicional con respecto a su naturaleza, aunque estas pruebas no suelen proporcionar un diagnóstico específico.